TOMÁS MORO 1478 – 1535.
Tomás Moro nació en Londres en 1478 y después de guardar cárcel por un año fue decapitado por orden Enrique VIII, al ser acusado de traidor por negarse a atribuir al rey el título de jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra en abierta oposición al anglicanismo. Fue canonizado por la iglesia católica en el papado de Pío XI en 1935.
En 1513 publicó Historia del Rey Ricardo III, y durante su estancia en Flandes escribe en latín su obra maestra, Utopía que fue publicada en latín en 1516 y traducida al inglés en 1551. En su obra, influida por la "República" de Platón, defiende un modelo ideal de organización social, contrario al militarismo y a la desigual distribución de la riqueza.
La Utopía de Moro es presentada en forma de diálogo y se divide en dos libros. En el primero el narrador que es Moro, expone las circunstancias que le llevaron a Amberes donde por medio de su amigo Pedro Giles, conoció a Rafael Hitlodeo, un aventurero portugués con quien ambos mantendrán una animada conversación que desembocará en la exposición y análisis de los males de la sociedad de su época. En el segundo libro, Rafael Hitlodeo describirá la forma en que se organiza la sociedad de los utopianos, pueblo que conoció en uno de sus viajes y con quien vivió varios años, presentándolo como modelo para la superación de los males de la sociedad europea de la época. Su libro contiene la primera manifestación socialista, este libro se refiera a la mejor organización del Estado y a la nueva Isla de la Utopía.
La utopía aquí descrita proviene de las primeras aspiraciones de los obreros que presienten las transformaciones de la sociedad, el cual pierde su sentido cuando aparece la lucha de clases ya desarrollada.Por ello se considera a Tomás Moro como el fundador del socialismo utópico.
Cuando Moro describe el régimen social de la Isla de Utopía, lo hace en forma de diálogo y critica las relaciones sociales y políticas que existían en Inglaterra en al época de la mercantilista, conocida como la acumulación originaria del sistema capitalista. También critica la política de cercamiento de la tierra dado que expulsaban de las tierras comunales a los campesinos que se habían asentado en ellas, su frase célebre “las ovejas devoran a los hombres” se debió a que esos terrenos quitados a los campesinos, fueron utilizados para pastar a las ovejas que producían lana para la industria naciente.
Criticó severamente la política agraria de su tiempo y a los lores, nobles y sacerdotes les llama abiertamente parásitos de la sociedad. En el régimen estatal de la Isla de la Utopía, suprime la propiedad privada, la tierra pertenece a todo la sociedad, en lugar del comercio existe el intercambio de productos entre la ciudad y el campo, los artículos que producen las ciudades y las aldeas se destinan a los almacenes comunales, en donde cada familia recibe cuanto necesita. Todos los habitantes de la isla reciben la misma educación, todos trabajan físicamente.
Los ciudadanos de la Utopía trabajan en las granjas durante dos años, en grupos de 20 personas, después de los cuales el grupo regresa a la ciudad y práctica diversos oficios, después de realizar los trabajos sociales, cada cual puede dedicarse al trabajo intelectual, consagrando su tiempo libre a las ciencias, al arte o a la literatura. Había prescindido de las relaciones monetarias para quitarle valor al oro y la plata. Existían esclavos en la Isla de la Utopía, los que realizaban todo tipo de trabajo sucio, aunque estos esclavos eran delincuentes a quienes se les había cambiado la pena de muerte por la de trabajo forzado a perpetuidad.
TOMAS CAMPANELLA 1568 – 1630
Giovan Domenico Campanella nació en 1568 en Stilo, Calabria provincia italiana, procedía de una familia pobre, a los catorce años Campanella ingresó en la Orden de los Dominicos, adoptando entonces el nombre de Tommaso. Posteriormente dijo que había elegido la vida monástica más asegurarse el conocimiento que por vocación religiosa. Pronto mostró su independencia de carácter y atacó las doctrinas y los métodos escolásticos, a los dieciocho años leyó las obras de Bernardino Telesio, el gran filósofo del Renacimiento, cuyas ideas lo entusiasmaron, dejó al monasterio para
visitarlo pero cuando llegó a Cosenza éste había muerto.
Participó en la lucha de la liberación del dominio español de Italia y luchó en contra del dominio de los jesuitas. En 1598 cuando tenia 30 años fue acusado de participar en un complot por lo que fue torturado y condenado a cadena perpetua, pasó en la cárcel 25 años y allí escribió varias obras entre las que se encuentra la “Civitas solis”, o sea, la Ciudad del Sol. En 1636 huyó a París, donde vivió bajo la protección de Richelieu y de Luis XIII, pudo publicar sus obras y dar conferencias en la Sorbona, murió el 21 de mayo de 1639 en un monasterio.
En la Ciudad del Sol expone los rasgos esenciales del orden social que él deseaba. Es así que en la Ciudad del Sol no existía la propiedad privada sobre los medios de producción, todos los miembros de la sociedad dedicaban al trabajo físico como mínimo 4 horas por día, el resto del tiempo lo descansaban o se instruían, además no se conocía la mendicidad, la explotación del hombre por el hombre, la ignorancia ni la barbarie. Todos los miembros eran amigos, la producción obtenida se distribuía de acuerdo a las necesidades de cada uno. La sociedad la dirigía el sabio de mayor renombre, elegido con carácter vitalicio que tenía tres colaboradores elegidos también entre los más famosos sabios, que se les llamaban, Fuerza, Sabiduría y Amor.
Campanella creía que la amistad entre los hombres de la sociedad comunistas es incompatible con la desigualdad económica y social. Trata de encontrar relaciones sociales nuevas e ideales, en contraposición con las feudales caducas y las incipientes relaciones capitalistas de la Italia de esa época.
Las mujeres de la Ciudad del Sol participan en el trabajo de los hombres, pero se les asignan tareas más livianas. También se adiestran en el manejo de las armas bajo la dirección de sus propios magistrados e instructoras, con el fin de poder ayudar a los hombres, si fuere menester, en las batallas que tengan lugar cerca de la ciudad.
Aunque la instrucción militar desempeña un papel muy importante en sus vidas, los habitantes de la Ciudad del Sol no practican la guerra de conquista; sólo recurren a la guerra, que además siempre la ganan, cuando han sufrido un agravio, cuando su territorio ha sido saqueado y cuando acuden en auxilio de "alguna ciudad tiranizada que invoca su ayuda para que la liberen".
A diferencia de los ciudadanos de La República, de Platón, no desprecian a los países menos adelantados; por el contrario, creen que "todo el mundo terminará por tener que aceptar su modo de vida, lo que no obsta para que continuamente estén indagando si hay algún país cuyas costumbres aventajen a las suyas".